domingo, 30 de diciembre de 2007

Marco



El que canta, baila y ríe. El de la sonrisa perenne, desenredando los cables de la incubadora, abriéndose paso por la vida a dulces empellones y manotazos. Corre, se desliza, grita tan fresco que nadie puede dejar de admirarlo, de amarlo. Abre las puertas y las miradas como un sol. Navega por la vida con desparpajo, con la belleza de su madre en el alma. El cómico, el rubio. Cae fulminado luego de un día largo, al alba está listo para comenzar. Reclama a los gritos, se enfada con su propia lógica infranqueable. Pero es cuando sonríe cuando el mundo cae a sus pies así que se le pasa enseguida. Es tan valiente que en un momento él mismo se asusta, pero sigue. En el borde del precipicio da media vuelta. Luego hace equilibrio y no cae, si cae vuelve a intentarlo. Busca a Zoe, Zoe dice con adoración, todo el amor del mundo es para su hermana. Sigue a su hermano Mate donde sea. Mateo, dice, como dice todo lo que se puede decir, es su admirador y le festejará cualquier gracia, cualquier chiste, compartirá una carcajada generosa y feliz con nosotros. Su encanto es a prueba de mal tiempo. Marco baila en el frío, se sumerge en el verano. Cuando el mar al fín está tibio Marco desafía el agua y el sol. Es el alma de todos los nobles de tierra firme: cuando el caos nos va ganando, Marco todo lo puede recomponer con su sonrisa o con su ira pasajera. No importa lo que pase, Marco abrirá otra vez la mirada de su mundo azul y tendrá al los seres vivos girando a su alrededor, admirando su belleza, su coraje, su alma noble y su carcajada generosa al amanecer

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