domingo, 30 de diciembre de 2007

Zoe


Es la dueña del destino de aquellos que están y no están. Es la continuidad de esos ojos azules que se plantan desde la profundidad. Es la mirada de la madre, de la abuela, de mi oma. Es yo, es nosotros. Es ella. Decidida, cauta. Tomándose un tiempo para que el mundo no la arrolle. Abriendo la mirada hacia quien se acerque, para que la amen. Pero no enseguida. Zoe es la luz suave, la brisa insólita. Saboreando su tacita de leche, diciéndole a su hermano lo que tiene que hacer, pidiendo por favor con música de z. Zoe es de Grecia, la roca, la isla del Egeo. Es el paso de los hombres y sus cosas. El rayo, la mujer. Todo lo lleva y lo trae. El pasado, el futuro algún día posible en su vientre. En sus pasos pequeños, en sus muñecas que abraza, en los objetos a los que se aferra. En sus palabras tímidas y nítidas. Hija y madre, abuela que has vuelto. Música, canto. Coraje y fuego de su madre. Fuego tibio que me inunda desde ese andar de princesa y me lleva a una dimensión nueva del amor: la del universo Zoe.

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